El episodio de
Black Mirror que visualizamos en el aula nos cuenta la historia situada dentro
de un fututo lejano (o no tanto). A lo largo de este capítulo vemos como todos
son partícipes de una sociedad informatizada y completamente tecnológica,
quizás una realidad que algún día vivamos.
Uno de los
aspectos del episodio que más me ha llamado la atención ha sido cómo a pesar de encontrarse dentro de una
realidad paralela y completamente automatizada y tecnológica, se da una pequeña
historia de amor como las de siempre. Hablamos de un amor inocente e incondicional
en un mundo en el que las personas apenas mantienen contacto físico unos con
otros. Un aspecto que hace que cada vez más consideremos la idea de que algo
así pueda llegar a ser real algún día.
Por otro lado hacen una fuerte crítica a los reality shows y
a la dinámica que estos presentan. Este tipo de programas, tal y como lo
presentan en este capítulo, atentan profundamente a la salud social ya que no
le aporta nada al espectador, no enseña ni informa, ya que solamente de dedica
a alimentar y excitar la curiosidad por el morbo del que lo observa, considerando
al espectador como un mero cliente que engrosa audiencia.
Del mismo modo
me gustaría comentar la estética televisiva a la que están expuestos ya que
podríamos decir que los Reality Shows cada vez tienen menos de real. Se mueven
en una dinámica en la que tanto los concursantes como el jurado dejan de ser
ellos mismos y empiezan a actuar según una pauta, un rol, un papel que tienen
que desempeñar.
También cabe
destacar la crítica al ser humano, cómo las personas se dejan llevar y
participar en un tipo de sociedad tan “fake” mostrando claramente su naturaleza
egoísta, como pasaba con nuestro protagonista, que a pesar de haber sufrido
hasta el punto de intentar suicidarse en público al final acaba cediendo frente
a una sociedad en la que no creía pero gracias a la cual vivía mejor.
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